Los acuaristas de arrecife sabemos que una de las claves para conseguir un ecosistema saludable radica en la diversidad biológica y la interconexión entre los diferentes componentes del tanque.
Basándonos en esta premisa los aficionados utilizamos organismos concretos de maneras ingeniosas como estrategia para dar solución a distintos problemas que surgen a la hora de mantener un acuario de arrecife.
Cuando usamos estas estrategias estamos promoviendo por parte de los organismos que habitan el tanque, el control biológico de nuestro ecosistema, es decir, estamos usando a la naturaleza como aliada para minimizar nuestra intervención.
Para ello, incorporamos distintos organismos que cubren diversos nichos ecológicos y que compiten por depredación, recursos y/o espacio con otros.
Algunos ejemplos de estas estrategias son:
-Nassarius y estrellas de mar para remover el sustrato y consumir restos de comida y materia orgánica.
-Trochus, erizos de mar y peces hervivoros para controlar el crecimiento de algas.
-Acreichthys para combatir plagas de Aiptasias.
-Refugios de algas para exportar nutrientes y consumir CO2.
Este enfoque holístico garantiza que cada componente del ecosistema cumpla una función específica, trabajando en conjunto para mantener un ambiente marino equilibrado.
En este sentido y en los últimos años, los copépodos han emergido como actores cruciales, desempeñando roles multifacéticos y multitróficos que van más allá de su papel como simples invertebrados.
Copépodos como Alimento de Calidad
Los copépodos son una fuente excepcional de alimento para los habitantes del acuario de arrecife, tanto para peces como corales. En comparación con otros tipos de zooplancton, como los rotíferos y los nauplios de artemia, los copépodos destacan por tener una composición nutricional superior y equilibrada per se, sin necesidad de enrriquecimientos previos.
Su perfil incluye lípidos esenciales, proteínas de alta calidad y una variedad de vitaminas y minerales, convirtiéndolos en una opción premium para mantener la salud y el color vibrante de los corales, a la par que se satisfacen las necesidades nutricionales de los peces y estimulan su alimentación.
La diversidad en los estados larvarios y tamaños de los copépodos es un aspecto fundamental de su valor en el acuario. Desde nauplios minúsculos hasta formas adultas más grandes, los copépodos ofrecen una dieta variada que puede adaptarse a una amplia gama de organismos en el tanque. Esto asegura que incluso los habitantes más pequeños, como las larvas de peces ornamentales, encuentren en estos, un alimento adecuado para su desarrollo.
Colonización del Acuario
La capacidad de los copépodos para colonizar el acuario es otra ventaja clave. Estos pequeños crustáceos se multiplican rápidamente en entornos bien equilibrados con la dieta correcta, estableciéndose como una fuente constante de alimento vivo. Esta colonización no solo garantiza un suministro continuo de comida para los habitantes del acuario, sino que también fomenta un equilibrio biológico que puede ayudar a controlar las poblaciones de otros organismos no deseados.
Control biológico
Muchos aficionados han comprobado los beneficios de introducir copépodos en sus acuarios, mientras otros aún se muestran reticentes, porque “esto es una simple creencia general y no existe una base científica que abale dichas afirmaciones” ¿O sí?
Si bien es cierto que cuando muchas experiencias tienen un mismo resultado, esto se suele tomar como norma, la verdad es que siendo estrictamente científicos, esta norma no deja de ser una creencia.
Hoy vamos a hacer un artículo distinto sobre copépodos, tratando de dejar atrás el dogma y acercándonos a la evidencia científica. Para ello vamos a utilizar un modelo ecológico vigente desde 1925, sobre el cual aún hoy en día se sustentan la mayor parte de estudios de interacciones interespecíficas.
Dicho modelo es la “Ley de Equilibrio de Lotka-Volterra”, un conjunto de ecuaciones que describe las interacciones entre especies que compiten por depredación y/o recursos en un ecosistema. Fue desarrollada por los matemáticos Alfred Lotka y Vito y se utiliza en ecología para entender cómo las poblaciones de dos especies interactúan entre sí, pudiendo predecir como varían a lo largo del tiempo.
Existen además multitud de modificaciones de dichas ecuaciones para ajustar dicho modelo a cada tipo de interacción, ya que es capaz de describir cosas tan dispares como las interacciones entre bacterias de la flora intestinal en humanos y las interraciones entre cebras y leones de la sabana.
Un caso práctico: Copépodos y Dinoflagelados
Para modelar la dinámica entre los copépodos (especie 1) y los dinoflagelados (especie 2), podemos utilizar el modelo Lotka-Volterra modificado de la siguiente manera:
Donde:
- N1 es la población de copépodos.
- N2 es la población de dinoflagelados.
- r1 y r2 son las tasas intrínsecas de crecimiento de las poblaciones de copépodos y dinoflagelados, respectivamente.
- α12 y α21 son las tasas de competencia de los copépodos sobre los dinoflagelados y viceversa, respectivamente.
- K1 y K2 son las capacidades de carga del entorno para las poblaciones de copépodos y dinoflagelados, respectivamente.
Este modelo considera cómo ambas poblaciones, copépodos (N1) y dinoflagelados (N2) se afectan entre sí de forma directa.
Las tasas de crecimiento (r1 y r2) representan las tasas máximas de reproducción de cada especie en ausencia de la otra.
Las tasas de competencia (α12 y α21) reflejan cómo una especie afecta la capacidad de la otra para utilizar los recursos compartidos (espacio y alimento, en este caso materia orgánica).
Las capacidades de carga (K1 y K2) indican la población máxima que cada especie puede sostener en el entorno dado.
Este modelo puede proporcionar insights sobre cómo la introducción de copépodos en un acuario reduce la proliferación de dinoflagelados, y cómo esta relación puede influir en la estabilidad del sistema.
Sigamos profundizando y supongamos ahora que estamos observando la población de copépodos y dinoflagelados en un acuario (escenario A) en un período de tiempo hipotético. Simulemos estas ecuaciones con valores ficticios y comprobemos su resultado:
– Escenario A –
# Poblaciones iniciales de copépodos alta y dinoflagelados muy alta (recreando la adición de copépodos a un tanque con una plaga de dinoflagelados activa).
N1 (Población copépodos inicial) = 200
N2 (Población de dinos inicial) = 1000
# Parámetros comunes (constantes y tasas).
r1 = 0.6
r2 = 0.03
α12 = 0.02
α21 = 0.15
K1 = 1200
K2 = 500
Resultados a los 10, 30 y 60 días:
Día 10:
Población de copépodos ≈ 272, Población de dinoflagelados ≈ 689
Día 30:
Población de copépodos ≈ 360, Población de dinoflagelados ≈ 416
Día 60:
Población de copépodos ≈ 502, Población de dinoflagelados ≈ 211
Tras calcular los resultados, vemos como para los parámetros dados y a lo largo del tiempo, la población de copépodos aumenta a medida que disminuye la de dinoflagelados, observando así como se desarrolla esta interacción simulada y como una población sana de copépodos puede mitigar la proliferación de dinoflagelados por competencia.
Cabe destacar que los datos de las constantes han sido simulados para dar una visión clara del resultado y en ningún caso deberán entenderse como datos teóricos, sino que son un punto de apoyo en este ejercicio práctico que nos ayuda a entender mejor el proceso.
Ahora que ya sabemos que existe evidencia científica y matemática detrás de la creencia, ¿te animas a añadir a los copépodos a tu equipo de control biológico?
Para acabar nos gustaría agradecer a Neli Martin la posibilidad de usar estas fotos únicas en calidad, color y perspectiva para ilustrar este artículo.